GENERACION NIP-NIP: NI PP NI PSOE.


No, no me estoy refiriendo a los jóvenes que ni estudian ni trabajan sino a un movimiento creciente de gente de todas las edades que no quieren ni al PP ni al PSOE. No sé tú, pero a mi me parece que ambos dan la misma agonía. El sistema bipartidista es un mal endémico que se alimenta a sí mismo con una ley electoral que impide que otras fuerzas políticas alcancen representación en las instituciones y con un sistema de listas cerradas con el que impiden que el ciudadano elija libremente a sus representantes públicos enculándote el pack de políticos que la maquinaria partidista ha confeccionado por ti. Son como aves de rapiña que esperan el momento de alcanzar el poder para poder colocar a sus adeptos en los puestos de responsabilidad pública y empezar a chupar del sistema con una impunidad y descaro propio, si lo piensas, de las dictaduras más recalcitrantes. Analicemos esto con un poco de detenimiento. 

La franja de poder que va desde las secretarías generales hasta la presidencia del gobierno en la administración central, desde los adjuntos de las consejerías hasta el presidente de las Comunidades Autónomas y desde los concejales hasta los alcaldes en los ayuntamientos, ¿qué sentido tiene? ¿Por qué motivo hay que cambiar esa franja cada cuatro años? ¿No tendría más sentido que precisamente en esa franja de poder permanecieran los funcionarios de carrera, que son los que saben cómo desempeñar esa función? Gente que durante toda su vida se ha dedicado a la función pública y se ha preparado para ello durante décadas, cada cuatro años, le ponen de jefe (director general, secretario general, concejal) a un tipo que profesionalmente es abogado, economista o alfarero y que, de repente, empieza a tomar decisiones afines a un grupo de poder oculto que es el partido que lo ha puesto ahí. Mientras el sistema siga permitiendo una puerta directa (un atajo, vamos) para llegar a esa franja de poder, seguirán existiendo maquinarias partidistas que perseguirán colocarse ahí. El cuento de la vocación pública no se lo cree nadie. Págale 2000 euros al mes (que ya está bien) a un alcalde y nada más (ni dietas, ni coche, ni viajes, ni comisiones, ni ostias) y entonces si estaremos delante de alguien con  vocación pública si se presenta 

¿No sería más sensato cambiar solo el representante último del país manteniendo los mismos funcionarios precisamente en esos puestos clave? ¿Qué legitimidad tiene un sistema político sostenido con participaciones irrisorias en muchas citas electorales? ¿Es de recibo en una legislatura remar en contra de la legislatura anterior? ¿Tiene sentido desandar los pasos dados obedeciendo a cuestiones ideológicas? ¿De verdad alguien se cree que a la gente le importa la decadencia política impuesta por el bipartidismo simplón que estamos viviendo? Recientemente, en la entrevista que Ana Pastor realizó a Abmadineyad (por cierto, falsamente encumbrada en mi opinión aunque ese seria otro tema), el presidente de Irán le dijo unas cuantas cosas a la periodista  a las que nadie le ha sacado punta. Entre otras, espetó que en Europa “vivís presos de los partidos políticos”. Este tío será lo que tú quieras (yo no lo conozco) pero soltó unas cuantas verdades que serían muy interesantes de analizar. Un sistema de prisión mental implantada por los partidos políticos que a su vez están regidos por los think tanks (laboratorios de ideas, es decir, quienes alimentan de argumentario a los partidos políticos) que están formados por la banca y las grandes corporaciones. 

El rescate de los bancos con dinero público (alma mater de la actual crisis) es un atropello de tal envergadura que el hecho de que no haya producido un plantón social sin parangón solo se explica porque detrás de los grandes partidos políticos está la misma gente. Es por eso que lo sucedido en Islandia es una luz en las tinieblas que habrá que observar de cerca por no decir, unirse directamente. Sabemos que la solución de la actual crisis está incubando la próxima y nadie (excepto los islandeses, ¡ojala les salga bien!) hace nada por evitarlo. En mi opinión, el foco hay que colocarlo en las capas sociales más necesitadas y cuando sus necesidades estén cubiertas, pensar en crecer por arriba. Algo tan sencillo como un sueldo máximo interprofesional (ya hay empresas donde no se permite que nadie gane cuatro veces más que nadie, es decir, que la diferencia entre quien más gana y menos gana sea, como mucho, de 4  a 1) cambiaría mucho las cosas. El 90% de la riqueza en manos del 1% de la población no es un sistema económico, es una mierda pinchada en un palo. La solución pasa por la Apolítica. Hace un tiempo en el fragor de una tertulia radiofónica y, en comunión con los oyentes, surgió la idea de crear un partido apolítico. No tardaron en arreciar las primeras críticas alegando que un partido apolítico era per se incongruente. Sin embargo el proyecto se puso en marcha  y lo primero que se le pidió a la militancia era que volcaran sus propuestas a discreción para ir conformando el programa electoral con el que medio en broma medio en serio nos presentaríamos a las elecciones. La gente empezó a hacer aportaciones de lo más variopintas a la par que ingeniosas y se redactó un documento de varias páginas que recogían esas aportaciones de forma ordenada y estructurada. Para mi sorpresa he encontrado eco en Internet (¿donde si no?) en varias iniciativas bajo el lema “nippnipsoe” que bien podría llamarse, generación nip nip.