La
razón por la que me lees poco en papel sobre temas gastronómicos es porque, desde
que me prohibieron la entrada en varios restaurantes por críticas gastronómicas
negativas, decidí publicar únicamente críticas positivas en papel y dejar las
negativas para el blog. Al fin y al cabo esto es muy pequeño y hay que llevarse
bien. Encontrar restaurantes redondos, dignos de una buena crítica, no es
fácil. Además, el invierno dificulta la tarea en la isla al estar el 75%
cerrados. Sin embargo, aquí estoy
hablando sobre gastronomía en positivo lo que indica que he realizado un nuevo
descubrimiento. Se trata de Es Tast De Na Silvia, ubicado en el Lago De
Cala´N´Bosch. El seguimiento a este restaurante data de un año atrás cuando me
presenté sin reserva y, al estar lleno, el dueño tuvo a bien decirme que
prefería no hacerme esperar y me envió para casa, cosa que agradecí no sin
antes comprometerme a volver para catar el prometedor lugar. Pues ese día
llegó. Fue este pasado fin de semana. Elegí mayo para garantizarme que no me
sucediera lo del año pasado aún a riesgo de sorprender al restaurante todavía
calentando motores de cara a la temporada. De hecho llevaban solo dos días
abiertos ofreciendo únicamente su menú degustación por quince euros. El lugar
se distingue de la vorágine que se genera en la zona donde se encuentra,
plagada de restaurantes excesivamente orientados al guiri, destacando su iluminación, mantelería y cubertería. Todavía
no hacía temperatura para cenar al aire libre así que se optó por cenar a
cubierto, en concreto en un magnífico reservado que hará las delicias de
quienes gusten de cierta intimidad y recogimiento a la hora de disfrutar de una
velada en un restaurante. Aunque la oferta se reducía al menú degustación, el tuvieron
a bien ofrecernos la posibilidad de que Silvia nos preparara algo a nuestro
gusto aunque nos decantamos por degustar el menú degustación, valga la
redundancia. Este ofrecía, entre otros, de primero ensalada de bacalao y puré
de guisantes , que fueron los elegidos y, de segundo, entre otros, lechona con
patatas al romero, bacalao gratinado y carpaccio
de ternera de Menorca. Cayó la lechona por partida doble. Cabe destacar que
otro rasgo distintivo del restaurante es la apuesta clara por la agricultura y
ganadería ecológica, constituyéndose en uno de los pocos que presume de dicha
política en la isla. Con los vinos
también te llevarás alguna sorpresa al ver referencias únicas, algunas quizá
demasiado desconocidas para su precio, pero que deleitarán tus sentidos si hay
acierto y comunión. Opté por un Traslascuestas de Ribera del Duero. Un
semicrianza lo suficientemente acomplejado que bien pudiera haber pasado por
crianza y que aguantó las dos horas de velada como un campeón con un precio no
excesivamente alto, dieciséis euros con treinta y cinco. El primer restaurante de
todos cuantos he probado que sin necesidad de pedirlo el vino es servido
decantado como todos los vinos no jóvenes debieran ser servidos.
El decantado
ayudó sin duda a prolongar el disfrute del caldo. De los platos, diré que lo mejor
es probarlos. El puré de guisantes espectacularmente servido sobre virutas de
jamón ibérico y cebolla caramelizada fue un diez rotundo.
La ensalada de bacalao sorprendente, aunque podría mejorarse.
Era la primera vez que comía pescado distinto del atún en
una ensalada y el plato principal de carne de cerdo con patatas al romero, más
que notable.
A pesar de estar un poco retirado, su ubicación no debiera impedirte
disfrutarlo.