
Te llamará la atención (espero que no te moleste que te tutee) el nombre de esta columna: El Gran Lebowski. Muchos ya lo sabéis pero algunos otros quizá desconozcáis que es una de las grandes películas de los Hermanos Cohen. La mejor de hecho, en mi opinión. Ya se sabe que el cine es un estado de ánimo. Es decir, el momento personal en el que te encuentras cuando visionas una película determina en gran medida la valoración que haces de ella, pesando mucho más que el elenco protagonista, la solidez del guión o la acertada dirección de la misma. En el caso de El Gran Lebowski, además, tiene todo eso. Visiónala, si no me crees. Me gustó tanto que decidí hacer un fotomontaje con uno de los posters principales del film y mi cara que, a la sazón, ha servido para ilustrar este artículo. Sí, el de la foto somos Jeff Bridges, con las gafas de la película, y yo, fotomontados. Cuando decía que el cine es un estado de ánimo también podemos aplicarlo a tu vino preferido, a tu canción favorita o a tu parte predilecta de la isla. Si piensas en alguna de tus preferencias y completas el mobiliario de tu momento personal verás que hay color, luz y bienestar interior. Y, seguramente, si examinas tu escenario personal cuando no pudiste tragarte aquel bodrio de película o decidiste no volver a aquel antro de restaurante donde solo daban de comer detritus, encontrarás gama de grises, oscuridad y malestar interior. Pasa con la comida. Si conoces a alguien, o tal vez a ti te ocurra, que no tolera los champiñones (como me pasa a mi), o cualquier otro alimento, seguramente se deba a que en algún momento o te sentaron mal o te obligaron a comértelos o ambas cosas (como me pasó a mi). Esto explica que haya espectadores que salgan entusiasmados de ver Supermaderos, Cuestión de Pelotas o Dos Rubias De Pelo En Pecho y otros echen pestes de Ciudadano Kane (1941) de Orson Wells, Dogville(2003) de Lars Von Trier o Toro Salvaje (1980) de Martin Scorsese, consideradas por muchos dentro de las cien mejores películas de la historia. Por cierto, hablando de Lars Von Trier, hace poco visioné, en el cineclub de Ciutadella (bonito lugar), El Anticristo (2009). Se trata de una potente película en lo visual (hablamos de sexo explicito con eyaculación de sangre incluida) que, sin embargo, produjo malestar, que no indiferencia, en la sala. A mí me encantó, aunque no la volveré a ver hasta dentro de algún tiempo. En definitiva, soy un psicólogo recién llegado a Menorca que te propone que te pases por este espacio escrito de vez en cuando para compartir las cosas que, como en el El Gran Lebowski, van pasando. Un día hablaremos de cine, otro de psicología, otro de música y otro de lo que a ti te apetezca. De todo, menos de política, deportes y corazón. Estás invitado/a. Espero que tu momento personal hoy sea el propicio para haberte captado para la causa. Esto es, contar contigo como lector. Si no es así, igualmente te emplazo a que, transcurrido un tiempo, lo vuelvas a intentar porque, tras varios intentos probando unos champiñones –o cualquier otro alimento- que odiabas durante años, pueden llegar a gustarte de nuevo (como me pasó a mí).