
Resulta que en mi faceta freak, hace ya un par de años, me enteré que, en Estados Unidos (algo bastante habitual, por cierto), una adinerada difunta dejó doce millones de dólares a un perro en herencia y que, en Portugal, un difunto eligió al azar a setenta personas de la guía telefónica para dejarles todo su dinero en su testamento. No niego que son acciones respetables pero algo en mi interior se me removía (deberían ser las tripas) y me pedía a gritos que hiciera algo. Así que cree un servicio para este tipo de personas. Lo llamé Ciberherencia.com y consiste en que todo aquel que no tenga a quien legar su dinero y sus posesiones, me lo pueda legar a mí.
En los dos años de vida de la iniciativa he recibido multitud de legados en clave de humor que han servido para echar unas risas. Por ejemplo, un tipo me dejó en herencia Argentina y otro la jaula de su canario. Desconozco si van en serio o no esos legados pero por la jaula, al menos, voy a pelear. Con todo, el otro día, recién recalado en Menorca, volvió a suceder. Y en esta ocasión en Ciutadella, cerca de donde vivo. La historia ya la sabes. El hombre que no sabiendo a quien dejar sus posesiones (incluida la familia), se las deja a la Casa Real. Esta vez sentí que estuvo cerca y que Ciberherencia.com estuvo a punto de funcionar.
Pero para terminar de rematar su factible eficacia escribo a esta columna hoy con este contenido. Han sido varias las televisiones que se han hecho eco de esta iniciativa (la última IB3 en diciembre) pero parece no ser suficiente para que se enteren todas las personas usuarias potenciales del servicio del que te estoy hablando. Es decir, si alguien en Menorca está pensando a quien legar sus posesiones o su dinero y no se le ocurre a quien, sirve esta lectura para poner en su conocimiento que existe un servicio por Internet llamado Ciberherencia.com, gestionado por un residente en Ciutadella, que acepta gustoso cualquier monto económico y cualquier posesión libre de cargas. Prometo hacer un uso racional del legado y no despilfarrarlo sin criterio. Además, una parte muy importante del mismo recaería en la isla ya que las primeras tres inversiones que haría serían: un caballo menorquín, una vaca frisona y un pequeño velero para mimetizarme al cien por cien con sa roqueta. En definitiva, después de este artículo, espero que no suceda otra vez que una herencia de semejantes características vuelva a escapárseme… y menos estando tan cerca. No tienes por qué dejarle dinero a los familiares que no soporta o que no han sabido atenderte en vida y ya sé que soy un desconocido para ti, pero, por esa misma razon, no puedo caerte mal. ¿O sí?