Sigo alucinando con lo mucho que se parecen algunas cenizas profecías a los momentos que estamos viviendo. No hace mucho un catedrático de economía publicó en un periódico de tirada nacional un artículo que titulaba El Crash de 2010 en el que venía a decir que esto de la crisis solo acaba de empezar. Daba bastante miedo su lectura, la verdad. En algún otro sitio le oído decir que él recomienda sacar la mitad del dinero que se tenga del banco ya que no es imposible que se vea un corralito a la española. La opacidad con la que los medios generalistas tratan estos temas también llama poderosamente la atención. Por cierto, si estás leyendo esto es que el medio en el que se publica todavía mantiene una verdadera independencia editorial. En ningún sitio se dice con claridad que los bancos no tienen dinero (ni un duro) ya que decirlo implicaría prender la mecha de una escalada que pasaría por revueltas sociales y terminaría en alguna guerra que otra. Pero sí se sabe que los beneficios de los mismos siguen siendo estratosféricos. ¿A alguien le cabe en la cabeza? Gente sin ingresos ni posibilidad de tenerlos durante 24 meses y un pocero que vende un barco por 58 millones de euros. Por si no se acuerda de hacer el cálculo, 58 millones de euros son 9.600 millones de pesetas. Vamos a pararnos aquí un momento porque yo creo que uno de los problemas principales de estos tiempos son la ausencia de paradas para la reflexión. No estoy diciendo que lo haya vendido por 9 millones de pesetas. Ni por 90 millones de pesetas, que estaría muy bien. Tampoco digo que lo haya vendido por 900 millones de pesetas. Estoy hablando de más de 10 veces esta cantidad. El sueldo de 5000 personas durante un año. O nos paramos a pensarlo o nos cagarán en la cara. Ya se oye alguna voz que plantea retirarse al monte donde puedas estar más o menos tranquilo o, al menos, alejado de los puntos calientes que serán las grandes ciudades. Auténticas ratoneras donde una huelga de transporte de 20 días pone a la gente al borde de la indigencia (esto lo viví yo el año pasado en la península). En paralelo a todo esto, todavía no parece que la gente haya entendido que tirar un cuchillo porque no corta la patata y comprar otro nuevo de la misma calidad de mierda ni es normal ni es sostenible. Ahora la gente tiene que entender que el cuchillo hay que afilarlo, el paraguas remendarlo y ponerle suelas a los zapatos. Afortunadamente, y sé lo que digo, todo esto ha estallado en un momento en el que lo puedo ver con mis propios ojos porque a todos los de mi generación nos ha costado bastante trabajo entender (ya no digo, creernos) las historias de hambre y racionamiento de nuestra inmediata generación anterior. Los días de vino y rosas, han pasado. Pero lo más alucinante de todo, que es a lo que iba, es que hay un grupo de magnates, gobernantes y banqueros que se autodenominan Club Bilderberg, en honor del hotel que albergó su primera reunión allá por los años 50, que sin hacer mucho ruido se reúnen una vez al año a decidir que hacer con 6000 millones de personas que pueblas en la actualidad el planeta. No voy a darte muchos detalles sobre este club. Si lo conoces o has oído hablar de él ya sabe de lo que hablo y si no lo conoces ni has oído hablar de él, te envidio porque, cuando lo hagas, vas a deplorar la especie humana o peor aún, cogerá forma en tu cabeza la posibilidad de que esta gente no sea humana. Sé cómo suena lo que estoy diciendo pero intelectualmente hablando esta teoría tiene más sentido que la oficial que dice que las trescientas personas más influyentes del mundo (150 fijas y 150 rotativas) se dan cita en un mismo lugar sin que ningún medio de comunicación se haga eco durante los últimos 50 años para jugar al paddle. La razón por la que ningún medio de comunicación (o muy pocos) se haga eco es porque los grandes magnates de los medios de comunicación son asiduos a estas reuniones. La reunión de este año ha trascendido gracias a Internet (inventó que denostó uno de los habituales a estas reuniones y miembro de la familia Rockefeller) que parece ser todavía un medio libre de expresión aunque mucho me temo que por poco tiempo. Ya nos obligaron a identificar nuestras tarjetas telefónicas de prepago y pronto nos obligarán a llevar un microchip (los perros ya lo llevan) de manera que si alguien tose se sabrá quien y donde ha tosido. Esta gente lleva planteando (hay documentos escritos que lo prueban) la necesidad de crear un gobierno mundial donde los cargos electos no pinten absolutamente nada y estén al servicio de esta cúpula invisible. ¿Alguien más relaciona este concepto con el hecho de que sea el Fondo Monetario Internacional (o el Banco Central Europeo o el Banco Mundial) quien imponga las políticas a los países o solo me pasa a mí? En definitiva, a partir de mañana El Club Bilderberg se reúne en Sitges (Barcelona) y se va a liar una buena. Sé que sorprende que si es un grupo tan secreto se sepa donde se reúnen este año pero cada vez deber ser más difícil sitiar un hotel donde meterse y hoy en día cualquier puede dar el soplo de que algo de este calibre se cuece en su lugar de trabajo (por ejemplo). Tuve ocasión de entrevistar a dos autores de libros sobre el club Bilderberg y ambas sus lecturas son de lo más inquietante. Solo te pido que estés atento a tu alrededor y pongas en tela de juicio lo que hasta ahora has creído que son verdades incuestionables. De esta manera, descubrirás un mundo paralelo fascinante.