Un año más se hace presente la temporada de setas. El año pasado ya denuncié que un comando nocturno se encargaba de eliminar cualquier rastro de esclatasangs para que yo no pudiera coger ninguno. Si no, no se explica que en diferentes excursiones no viera ni una triste amanita phalloides. Este año la cosa ha cambiado en mi primera incursión en alguno de los puntos calientes de los bosques menorquines por lo menos, y por primera vez en mi vida, he conseguido ver alguna seta, eso sí, no eran esclatasangs. Las ganas de experimentar la sensación que se tiene al coger una seta del bosque con tus propias manos para acto seguida cocinarla de alguna manera me llevó incautamente a meter en el cesto cualquier cosa que se asemejara a una seta, incluida alguna que otra pequeña sombrilla de adorno para helados, para después seleccionarlas y clasificarlas entre comestibles y no comestibles. La clasificación llevada a cabo solo con la información visible en Internet se me antojaba insuficiente así que aproveché una salida dominical a Es Migorn Gran para hacer una parada técnica en el Centre de la Natura de Ferreries con la inmensa suerte de estar celebrándose unas jornadas relativas precisamente a la clasificación de las distintas setas de la isla. Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de especies distintas, más que lentejas caben en un kilo y lo segundo lo difícil que es comerte una seta sin tener la sensación de estar jugando a la ruleta rusa, pero con los preciados hongos. La clasificación visualmente venía determinada por el color de la cartulina que estaba junto al plato donde estaba la muestra. Verde si eran comestibles. Blanca si era comestible pero no merecía la pena o bien por el sabor o bien por la textura o bien porque nadie se había atrevido a probarlo nunca antes en la historia. Además, las cartulinas verdes podían tener un distintivo diagonal en una de sus esquinas (en rojo u otro color) que indicaba que habría que tener cierta precaución a la hora de ingerirlas. Llamaba especialmente la atención tres o cuatro muestras cuya cartulina contigua no solo era roja sino que además tenía dibujada una calavera que indicaba que era mortal. Una de las primeras cosas que dijo el ponente de la exposición fue que ya se habían producido en Catalunya un par de muertes con motivo de la ingesta de algún tipo de amanitas. Se da la circunstancia que estas setas mortales tienen un sabor sensacional y están especialmente sabrosas, lo que induce a ponerte como el Kiko. Es más, la muerte no se produce hasta unas cuantas horas después cuando ataca al hígado y lo deja hecho una pasa a la velocidad de la luz, lo que también invita a no reparar en lo letal del ágape. Por último a mi pregunta de si había setas alucinógenas en la exposición, me respondieron que no aunque la isla sí que las produce. No pude evitar pensar que tal exista un mercado paralelo en torno a los alucinógenos tan importante o mayor que el gira entorno als esclatasangs. Eso explicaría algunos programas electorales. De todos modos, es de Kiko de quien yo quería hablar. Resulta que según rezan diversas fuentes etimológicas, el Kiko era un gitano de los años 40 que se atiborró de gambas y por ello tuvo que ser ingresado y es de ahí de donde viene la expresión. Pues bien, en este contexto silvestre de temporada no es fácil atiborrarse de setas comestibles a no ser que se sea un experto en su detección y clasificación. De todas las que cogí tuve que conformarme con la elaboración de un pequeño pincho de dos centímetros cuadrados sobre un panecillo tostado de esos de canapé con una oliva y un dado de jamón, eso sí con un golpe de horno coronado con un pie de rata (seta que parece más una peluca para un geyperman que un hongo comestible propiamente dicho). Luego, como decía el chiste, cogí un sello de correos porque me gusta leer un poco después de comer. El viaje gastronómico fue tirando a breve pero por lo menos si me hubiera intoxicado, lo hubiera hecho de forma leve. Si cuarenta y ocho horas después estoy redactando este artículo significa que he sobrevivido a la experiencia. Lo que no termino de tener claro es si era alucinógeno o no porque me ha parecido ver ya adornos de Navidad en algunas tiendas a más de un mes vista de la misma.