
Enfilando la calle hacia la catedral, la siguiente parada tuvo lugar en Ses Voltes donde sirvieron un Trinchant de chistorra con gamba a la plancha y sabayón de huevo de payés (muy buena) y un Calamar a la romana negra en su tinta y espuma de lima, muy original.
Se intentó parar en Sa Xarxa pero fue imposible (estaba a tope) así que la ruta siguió hacia Es Mercat donde nos sorprendieron con unas Berenjenas con miel de caña en formato de patata frita de bolsa que no desmerecía en absoluto su simplicidad con su alto grado de satisfacción al degustarlo. El secreto está en tener una freidora potente como la madre que la parió ya que si no, la berenjena, se viene abajo. Lo sé porque pedí la receta para intentar hacerlas en casa de tanto que me gustaron.
La noche avanzaba y cada tapa estaba siendo rigurosamente regada con el correspondiente chato de vino, así que había que tomar decisiones. El siguiente objetivo era el Oar, el Nousetun, Tapas del Mar y S´Amarrador pero debido a la hora que era y al deseo de conseguir menos bullicio y gentío, se decidió por desplazarse al Sant Ignasi para ver qué aspecto y sabor tenían su Chupito de Crema de Aguacate y Merengue de Pulpo A La Gallega y sus Sardinas crujientes con tomate Concasse.
Fue un acierto rotundo, no solo por el lugar sino por el viaje que supuso, no el desplazamiento por ese camino que conduce al hotel rural a modo de túnel del tiempo, sino la degustación en especial de la segunda de las tapas que tenían preparadas. Además, tuvieron a bien obsequiar con un queso de coinga con dulce de membrillo y tulipa y salsa de pistacho que fue un estupendo colofón a la noche de tapas. Pidiéndote la tapa o tapas que tengan en cada bar o restaurante más alguna bebida, yendo a cuatro o cinco sitios dos personas puedes cenar perfectamente por treinta euros lo dos. La iniciativa se redondea con la brillante idea del Tapasaporte, un documento mucho más útil que el auténtico pasaporte en el cual, solicitando el cuño del local donde se asiste y consiguiendo un mínimo de cuatro, puedes votar por la mejor tapa y optar a diferentes premios en forma de cenas y estancias en hoteles de la isla así como lotes de productos de vino y queso. Creo que son muchos los aspectos positivos de este tipo de iniciativas y sugiero que no solo no dejen de hacerse sino que se repitan más de una vez al año ya que tres días es insuficiente para recorrer todos los bares y restaurantes adscritos. Empiezo a contar los días para la próxima edición.